jueves, 17 de mayo de 2012

El sacrilegio


Es una injuria material hecha a objetos sagrados pero que constituyen poco trabajo al Santo Oficio. Son casos muy variados como lo eran sus sentencias. Destaca el caso de unos segadores de Guadalajara que tras una dura jornada de trabajo arrancaron una cruz e hicieron una procesión con cánticos y actos obscenos, acabándola con una gran juerga en una posada. Pero el inquisidor Vaquer que estuvo en Guadalajara convocó a los posaderos y a los segadores y sin tomarse el asunto por lo trágico lo condenó a hacer el camino que hicieron hasta Valdegrudos descalzos y en camisa llevando una nueva cruz para restablecer la que fue arrancada pagando cada uno 6 ducados. Sin embargo en otro caso en el que un morisco llamado Juan Carrillo que le propinó un puñetazo a la estatua de Nuestra Señora fue condenado a tortura al negarse, se resistió y se sobresee. Simplemente como acto de presencia de la Inquisición.
Pero aquí tenemos otro caso grave, fue el de Benito Ferrer que en varias ocasiones intentó ser religioso pero se le negó y en Madrid vivió haciéndose pasar por sacerdote hasta que un día en una misa de la Corte llevó a cabo un acto de sacrilegio con la hostia en mitad de la misa. 
 Fue detenido y sometido a interrogatorio, pero tras todas las negativas que el acusado daba y rehusarse a declarar, el inquisidor declaró pena de fuego y en enero de 1624 fue llevado a la hoguera. Sin embargo, esta condena solo causó reacciones radicales como la de Antoine Maurin que declaró que Ferrer murió como cristiano recogiendo un hueso de entre las cenizas como reliquia o Juan de Larra que fue condenado a galeras por llevar a cabo un sacrilegio con la estatua de Nuestra Señora en San Sebastián. Renault de Peralta y Gabriel de Guevara llevaron a cabo la misma acción que Ferrer en el convento de Santa Bárbara y Santa Fe. Tras ser detenidos se creó una comisión especial, pero en este caso la que se retractó y dio marcha atrás fue la Inquisición al negar Maurin y ser creído, finalmente se archivó el caso. Larra dijo que padecía problemas mentales, en efecto tuvo varios casos anteriormente de locura. Esto da a entender que la Inquisición lo que buscaba era reprimir a merced de cualquier exaltado. Más bien eran como obras de educación, ya que la Inquisición era sabedora de que la represión cruel no levaba a ningún lado y que a través de la penitencia el castigo se corregía en cuanto a la responsabilidad y que esto sirviera para corregir a otros de boca de otros.
Los informes sobre la actividad que llevó a cabo la Inquisición de Calahorra a la Suprema en 1553 no son precisos. Trece casos entran en la categoría de blasfemia o sacrilegio y siete no están detallados, ya que solo una palabra informa de la naturaleza del caso y otros siete se pueden precisar.
Había una gran variedad de blasfemias la mayoría fruto de enfados o de la ignorancia de los dogmas católicos. Los inquisidores reunían comisiones de calificadores para organizar los casos y constatar si la expresión recogida era errónea, escandalosa o herética, muchas terminaban siendo tratadas de inofensivas, pero las de ideología dudosa eran retiradas de la circulación.
Algunos casos:
Juan Sáenz sostuvo que tras la muerte de Jesús todos vamos al cielo; no hay infierno.
En Quintanillas del Monte Juan de la Rioja ofició misa sin ser sacerdote con las vestiduras de clérigo, abrió el misal y dio misa echando agua bendita con el guisopo. La Inquisición ante la duda de si lo hacía pro fala de curas o de una fiesta humorística lo condenó a misa en esa misma iglesia.
En Logroño en 1580 la Inquisición recogió varios casos, algunos de ellos: Pedro de Avia, sacerdote y converso, fue condenado por haber dicho que quien quiere que observe la ley natural, se salva, aunque no esté bautizado.
María Marcos, fallecida antes de ser detenida, se le persiguió por decir en el horno a otras mujeres que no había purgatorio, que las almas de los difuntos purgan sus faltas bajo los canalones de los techos y bajo el sudario que envuelven sus cuerpos.
Gabriel López, vecino de Galindos, que se dedicaba a la mendicidad y que era cristiano practicante, no sabía por qué se le había detenido. Durante las primeras sesiones de interrogatorio niega y es dado por hereje por el fiscal. Su delito fue dar una oración en la que decía que Jesucristo eratrino y uno.Tras varias sesiones respondiendo que era cristiano, que había un solo dios verdadero y que Jesucristo era trino y uno, acaba confesando que un clérigo en la cárcel de Camarena rezó una oración a Nuestra Señora y un Ave María en donde se daba a entender esa fórmula herética. Finalmente después de su ingreso en cárceles inquisitoriales, en octubre, se le deja en libertad, asignándole residencia en Toledo. El 4 de junio abjuró de levi en la Plaza de Zocodover en un auto de fe y se le prohíbe para siempre recitar oraciones no aprobadas por la Iglesia.
Este es el proceso típico de la Inquisición. Un hereje en el banquillo se agarra a la fe inconscientemente. La preocupación del Santo Oficio es la de hacer confesar y la de convencer. Se le enuncia al acusado formulaciones complejas para que se contradiga consigo mismo y hacerle tomar conciencia de las formulaciones de la fe que él conoce de memoria y que contradice a lo que antes dijo. La escena se lleva a cabo en un ambiente de tensión: en la cárcel, el fiscal usa la palabra hereje en su acusación. El acusado entra en nerviosismo, presa del miedo y ante la idea de verse con una etiqueta que le avergüence, niega en la forma en la que se percibe así mismo. El prestigio del juez, garantía de la fe suprema y su evidente superación intelectual llevan a que el detenido se derrumbe y admita lo que se quiere.
Es una obra de convección y de educación. El auto de fe es tomado como catecismo tanto para el acusado como para el público que lo contempla para que no cometa el mismo error.

 Aún hoy, hay actos sacrílegos que se cometen. La Virgen del Carmen fue decapitada en Marzo. Otros ejemplos de sacrilegios.

  

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